Comentario
Incluso la muerte era motivo en la sociedad china para manifestar el nivel económico y social de la familia del difunto. Los funerales solían ser caros, muy vistosos y concurridos. El luto se convertía en una pieza clave de la estructura social, ya que los familiares del fallecido debían vestir determinados colores que simbolizaban su relación con el difunto. De esta manera, el entierro se convertía en uno de los momentos clave para definir la relación interfamiliar, ocasionándose numerosos litigios. En la zona sur de China se hacían dos entierros, uno provisional y el definitivo.
En el país de la geomancia, es lógico suponer que la situación de la sepultura se considerara fundamental para determinar el directo influjo sobre sus descendientes, provocando, en algunas ocasiones, los enfrentamientos entre los miembros de la familia.
Será el culto a los antepasados uno de los aspectos que consolide con más fuerza el vínculo de parentesco. Una vez al año se visitaban las tumbas ancestrales y era habitual realizar ofrendas a las tablas-espíritu, realizadas en madera, de difuntos de las cuatro generaciones anteriores, registrándose en esas tablas las líneas de descendencia reconocidas. Si uno de los miembros de la familia desarrollaba un comportamiento considerado impropio, era excluido del linaje y su nombre suprimido de las tablas genealógicas.